jueves, 24 de diciembre de 2009

Muérdeme mucho.



Carmen Mañana - Madrid - 24/12/2009

'True Blood' regresa este domingo a Canal + con más dosis de sangre y pasión.

Camarera de Louisiana que lee la mente conoce a vampiro caballeroso y se enamora. Este es el punto de partida de True Blood (Sangre fresca), la serie basada en Los misterios de los vampiros del sur (Suma de letras), de Charlaine Harris, y cuya segunda temporada preestrena Canal + este domingo 27 de diciembre (22.00). El estreno oficial será una semana más tarde, el lunes 4 de enero a las 21.30 (se podrá ver también en alta definición a través de Canal + HD).

Como en la primera, que llegó a tener una audiencia de siete millones de espectadores en Estados Unidos, hay sexo, yugulares perforadas y litros de sangre real y, también, artificial. Esta última, creada por científicos japoneses y bautizada como la serie, permite a los no muertos alimentarse sin necesidad de succionar a humanos, y, como consecuencia, integrarse en la sociedad.

El rechazo de ciertos sectores religiosos ante estos nuevos y cetrinos ciudadanos ocupa parte del argumento de la entrega. Pero la trama principal se centra en la lucha entre dos vampiros por el amor de Sookie, la telépata humana interpretada por Anna Paquin. La actriz ganó un Emmy por este papel y un Oscar a los 11 años por su trabajo en El Piano.

Por un lado está el decimonónico Sam (Stephen Moyer) y, por otro, el que pretende levantarle la novia: el mucho más peligroso, poderoso y viejo (en años fallecido, que no en apariencia) Eric. "Es un cazador implacable, pero no puede evitar sentirse atraído por el lado misterioso de la protagonista", explica por teléfono el actor que le da vida: el sueco Alexander Skarsgård.

Además de esta tensión emocional a tres bandas, hay sexo explícito en forma de bacanal sobrenatural, humor políticamente incorrecto y una escena -sobre una azotea y al amanecer- que merece un lugar en la historia del género vampírico.

La primera temporada acabó con la resolución del misterio alrededor del crimen de varias mujeres por parte de un asesino en serie, pero dejó en el aire un nuevo enigma: el descubrimiento de un cadáver en un coche. Con estos argumentos, la segunda temporada de True Blood se ha convertido en la más vista de la cadena estadounidense HBO desde la última entrega de Los Soprano en 2007.

Skarsgård tiene su teoría: "El secreto está en el equilibrio: es sexy, dramática, divertida, escalofriante y tiene unos diálogos de muchísima calidad". Detrás de ellos y de todo el proyecto está Allan Ball, creador de la premiada serie A dos metros bajo tierra y ganador de un Oscar como guionista por American Beauty. Una garantía de éxito, si es que eso puede existir en el mundo de la televisión.

En las audiencias y popularidad de la serie también pesa la pandemia vampírica desatada por la saga Crepúsculo. Al calor de los 400 millones de dólares (278 millones de euros) que recaudó la primera adaptación al cine de las novelas de Stephenie Meyer, se produjeron series como la canadiense Blood Ties (Calle 13), en la que una investigadora privada se enamora de un vampiro de 500 años, hijo ilegítimo de Enrique VIII para más señas. O la desaparecida Moonlight, donde el vampiro es el investigador privado y su partenaire, una periodista de sucesos. La última apuesta protagonizada por chupasangres, The Vampires Diaries, llegó en septiembre a Estados Unidos y se estrenará el 11 de febrero en España, en TNT. Inspirada en la saga Crónicas Vampíricas (Destino), de L. J. Smith, está ambientada en un instituto, trata de una historia de amor a tres bandas (entre dos hermanos vampiros y una humana) y es tan casta como Crepúsculo.

Poco que ver con la carnal True Blood, bastante más cercana a la carnal y longeva Buffy cazavampiros (La2), que se estrenó en 1997 y resistió siete temporadas en antena. Pero, como argumenta Skarsgård, colmillos son colmillos: "Sea cual sea la versión, los vampiros son siempre atractivos, sabios y tienen ese punto excitante de que pueden protegerte y, al mismo tiempo, pueden matarte".

Fuente: elpais.com

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