Una joven se le acerca y le pide al oído: "Hola, estoy emocionada por conocerte, ¿puedo pedirte algo?". Él, Alexander Skarsgård, asiente complaciente. "Claro, dime". "¿Podrías morderme el cuello?”. Sin perder la sonrisa acaba haciéndose una foto con la fan. El actor sueco, de 34 años, ya no se sorprende desde que hace cinco años su alter ego Erik, el vampiro rubio de la serie 'True Blood',
se empeña en robarle el protagonismo en toda fiesta por la que se
asoma. “Me preguntan mucho a qué sabe la sangre, me proponen todo tipo
de aventuras, quieren que les cuente lo que va a ocurrir en la serie, o
me hablan sobre lo que debe hacer Erik, ¡como si lo decidiera yo!”,
explica cerveza en mano rodeado de blogueros y fans, en
el Soho House de Berlín, donde ha viajado para promocionar el perfume
del que es imagen Encounter de Calvin Klein. Dice que no le molesta en
absoluto mezclarse con ellos. "Es la parte más divertida de las
promociones, estás de charla, tomando algo, y riéndote, sólo tienes que
relajarte y disfrutar".
Skarsgård mide casi dos metros y ha sido considerado el sueco más sexy cinco veces.
La suya es una historia de ida y vuelta: hijo de actores dejó su vida
de niño actor —se subió a un escenario a los 8 años— para seguir
estudiando a los 16, lo dejó y se convirtió en marine a los 19, y volvió
a convertirse en actor en para interpretar años después a un soldado
americano en la serie 'Generation Kill' de la HBO.
Cuando estaba rodando en medio del desierto del Kalahari, Alan Ball le
llamó para proponerle convertirse en un chupasangres vikingo. "Fue muy
raro. De repente estaba en África y me proponían un papel de vampiro
made in Luisiana. Pero eran Allan Ball, y yo soy muy fan de 'American
Beauty' y 'A Dos metros bajo tierra', así que fui a conocerle a él y
alguno de los guionistas y me lancé a la aventura, por él y por ser una
serie de la HBO, que suelen ser proyectos inteligentes, de alto nivel",
explica a Vanity Fair en una entrevista. Cuando está a punto de grabar
la sexta temporada de la serie cuenta que cada vez se lleva mejor con su
personaje de referencia. "Los guionistas lo están haciendo muy bien,
porque Erik empezó siendo el villano pero para mí no lo es en absoluto,
es un personaje en tres dimensiones, complejo, real, que no deja de
sorprenderme cada temporada. Para aguantar tantos años a un tipo tienes
que estar muy motivado, y ellos lo han logrado", explica.
Pasa siete meses al año rodando 'True Blood', y el resto del tiempo, lo
dedica al cine. Entre sus referentes cinematográficos cita la Nouvelle
vague y los '400 golpes de Trouffault', e incluso ha hecho sus pinitos
como director con un corto premiado en Cannes y Tribeca en 2003 'Att döda ett barn' ('Matar a un niño'). Entre sus últimos filmes, 'Melancolía', de Lars von trier, 'Battleship', o 'The East'.
Confiesa que el personaje al que más admira es su abuela:
"Es tan sincera que si no quiero oír la verdad mejor no se la pregunto.
Su honradez ha sido siempre un referente para mí, a pesar de que a ella
le ha traído bastantes líos". Suele volar más de 20 horas para
escaparse, aunque solo sea un fin de semana, a la casa de campo de su madre
en una de las 32.000 islas del Archipiélago de Estocolmo. "Es mi lugar
favorito del mundo, sereno y calmado. Llego allí, apago mi móvil y me
merece la pena estar con la gente que quiero —tiene cinco hermanos—, cocinar, beber, pasear por el bosque".
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