lunes, 20 de junio de 2011

Enamorada del buen vampiro.

Llega la cuarta temporada de "True Blood", donde brilla su protagonista.
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THE NEW YORK TIMES | DAVE ITZKOFF
La palabra "salvaje", garabateada en letras recortadas en muchas paredes del `set` de "True Blood" en West Hollywood es `slang` de la profesión para referirse a un decorado móvil, pero resulta también una adecuada descripción de lo que ocurre allí.
Un viernes reciente, en un estudio que reproducía una tienda New Age en Shreveport, Louisiana, otro signo advertía "Panteras vivas en el set", pero esos amenazantes predadores no se veían por ningún lado. En su lugar, Sookie Stackhouse, la camarera con capacidad para leer las mentes y atraer a los vampiros interpretada por Anna Paquin, y sus amigos Tara (Rutina Wesley) y Lafayette (Nelsan Ellis) se encogían de miedo ante una siniestra "wiccana" (practicante de la brujería) interpretada por Fiona Shaw, que parecía mantener una conversación consigo misma… o con alguien en su interior.
Cuando durante un descanso de la filmación, Paquin se acomodó para descansar en un sillón de director, declinó elegantemente explicar lo que había ocurrido en esa escena de ese episodio, cercano al final, de la próxima temporada de True Blood.
"¿Quieres saber qué recibirás en Navidad o en Nochebuena?", pregunta. "Hay algo en la espera que la hace más excitante".
¿Y qué otra cosa es True Blood, cuya cuarta temporada comienza en HBO en los Estados Unidos el próximo domingo 26, que un jubilosamente macabro ejercicio en gratificación, tan demorado que a veces excede el período de vida de cada uno?
Lo que empezó como la historia de una virginal rubia de Louisiana atraída por un seductor "no muerto" se ha vuelto una saga sobre el deseo natural y sobrenatural, donde los vampiros suspiran por las hadas, hombres que se transforman en perros persiguen a mujeres que se convierten en yeguas, y la entrelínea freudiana de una estaca clavada en el corazón nunca ha tenido un sentido más claro.
Mientras True Blood ha crecido hasta ser una parte cada vez más popular (y crucial) de la programación de HBO, su centro ha sido siempre la actuación de Paquin como Sookie, un fragmento de curiosa y crecientemente cínica humanidad en un mundo de hombres lobo, brujas, y sujetos musculosos con miles de años de edad.
Contando el paso de Sookie de la inocencia a la experiencia, la serie ha proporcionado también un viaje paralelo para Paquin, cuya madurez como actriz le ha aportado inesperados beneficios.
Comparando su personaje consigo misma durante un desayuno de sábado por la mañana, Paquin dice. "Ella no sabe exactamente lo grande que es esto en que se ha metido, de modo que actúa con toda energía. Es algo que las dos tenemos en común, aun en circunstancias completamente diferentes. ¿Si yo hubiera sabido en qué me estaba metiendo, hubiera seguido adelante? ¿Quién lo sabe? Me encanta donde estoy".
Esta mañana, tres horas después de haber disfrutado de las tomas del día anterior, Paquin, 28 años, se encontraba en un café de Venice Beach, cerca de la casa que comparte con su marido Stephen Moyer, que interpreta al vampiro enamorado de Sookie. Su cabello rubio claro estaba apretadamente echado hacia atrás, pero cierta exuberancia interior brillaba aun a través de ella.
Paquin ha vivido en los Estados Unidos casi tanto como en su propio país, Nueva Zelanda, y su acento se ha vuelto muy local, aunque algunos tonos neozelandeses aparecen cuando se excita o se pone sarcástica, lo cual ocurre a menudo.
Cuando le presentaron el libreto del piloto de True Blood, adaptado por Alan Ball de la primera novela de la serie Southern Vampire Mysteries de Charlaine Harris, ella estaba buscando un metafórico cambio de escenario.
En sus dos primeras temporadas Sookie debió enfrentar a un asesino serial y una posesa inspiradora de orgías, fue seducida por Bill y contemplada lascivamente por Eric (un vampiro rival interpretado por Alexander Skarsgard); ha gritado mucho y se ha mostrado desnuda sin vacilar. "Hubiera generado algunos comentarios", dice Paquin, "que Sookie nunca se sacara la ropa, teniendo en cuenta cuán a menudo tiene sexo en el programa".
Paquin y su compañero de elenco Stephen Moyer, 41 años, anunciaron su compromiso en 2009 y se casaron en 2010, durante la producción de la tercera temporada de True Blood. Esos acontecimientos enterraron toda la chismografía acerca de que estaban saliendo juntos, pero impidieron que siguiera habiendo comentarios sobre su diferencia de edad o que no debían estar juntos en la vida real porque trabajaban juntos. Paquin dice que aprendió a vivir con eso.
"Uno encuentra la felicidad donde la encuentra", dice. "Si se tiene miedo a los problemas, debe recordar que en toda relación hay potenciales dificultades. Y si lo peor que te puede pasar es que la gente se te quede mirando un poco más tiempo del debido en el supermercado, bueno, ese es un problema de la clase alta".
Sookie Stackhouse también parece estar viviendo una transformación, de dama en peligro a heroína que se hace cargo, sin temor a meterse de incógnito en un bar de hombres lobo, o de enfrentar a Russell Edgington, el extravagante rey de los vampiros interpretado por Denis O`Hare.
"Ha madurado hasta convertirse en una moderna, eficaz máquina de pelear", escribió Moyer en un e-mail. Al mismo tiempo, sostiene Moyer, Paquin ha sabido conservar "la simplicidad un poco anticuada de Sookie mientras experimenta sensaciones mucho más locas de lo que cualquier persona podría imaginar que le fueran a caer encima".
Éxito televisivo basado en el boca a boca
"True Blood" se estrenó en HBO en 2008, poco después de finalizar Los Soprano y The Wire, y en su primera temporada creció desde el millón cuatrocientos mil espectadores de la primera emisión hasta los dos millones y medio de la última; actualmente tiene cinco millones de espectadores por episodio.
Estos números, mayores que los obtenidos por series amadas por la crítica como Mad men aunque no tan grandes como fenómenos del tipo The Walking Dead o Jersey Shore, ubican a True Blood como un programa que ha ido construyendo su público a través de la recomendación boca a boca y, quizás, la curiosidad despertada por una provocativa tapa de la revista Rolling Stone.
El elogio crítico demoró un poco más. True Blood recibió su primera nominación al Emmy el último año.
Según el guionista Alan Ball, el compromiso de Paquin y Moyer, que terminó en matrimonio, ha sido esencial para su visión de no cultivar el género sexualmente explícito del "porno para damas", como a veces se rotula malintencionadamente a ciertas novelas románticas, sino de lidiar honestamente con lo que llama "los terrores de la intimidad". Ball dice que "ciertamente ayudó que Anna y Stephen se hayan enamorado en la vida real durante el curso de la primera temporada, permitiendo que el romance pudiera venderse porque era, realmente, tan genuino".
Charlaine Harris, cuyas novelas sirvieron de lejana inspiración para cada una de las temporadas de True Blood, dice que Paquin no se corresponde con su imagen mental de Sookie, pero que ha aprendido sobre el personaje a través de su actuación.
"La Sookie de Anna está siempre más enojada que la que yo escribí", dice Harris. "Eso me ha hecho preguntarme si no la habré escrito más enojada de lo que yo realmente creía, o que hay una persona más joven interpretando mis palabras de modo que tengan más sentido para ella".
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