Alan Ball, el creador de la serie, analiza las causas del éxito de la adictiva serie televisiva de vampiros.
LOS ANGELES.- Según Alan Ball, director y guionista del film Belleza americana y creador televisivo de Six Feet Under , su más reciente y exitoso ciclo para la pantalla chica trata sobre el miedo a la intimidad emocional. Claro que jugado en el contexto de un mundo en el que los vampiros caminan entre los humanos y hasta se enamoran perdidamente de ellos. True Blood , basada en la serie de libros escritos por Charlaine Harris, es el último gran éxito del furor vampírico pasado por el filtro de prestigio, riesgo y calidad que aporta el canal que lo emite y produce, HBO.
Mañana, a las 22, en simultáneo con los Estados Unidos, terminará la tercera temporada del ciclo que ya tiene asegurada al menos un cuarto año y, si la saga literaria sirve como indicador, hay que decir que en las librerías las aventuras de Sookie Stackhouse, la moza de pueblo chico y fantasías grandes, se acerca a la docena.
"Una de las mejores cosas respecto a un ciclo de TV en comparación con una película es que en la pantalla chica tenés doce horas para contar la historia. Mientras que en un film está el protagonista y tal vez un par de personajes importantes más y listo. En True Blood tenemos seis o siete historias funcionando simultáneamente. Hay algo para todo el mundo", dice Ball reunido con unos pocos medios de todo el mundo, incluido LA NACION , a pocos días de cerrar los primeros guiones de la nueva temporada.
Al experimentado escritor suelen preguntarle sobre las razones de la continua y aparentemente inagotable ansia del público por los chupasangres y el hombre da su opinión que, fiel a su estilo como guionista, comienza con un poco de humor negro.
"Siempre digo que tuvimos un presidente vampiro durante ocho años, así que no es una gran sorpresa la fascinación de la gente de este país por ellos. La verdad es que, hablando en serio, es algo que no puedo explicar. Creo que tiene que ver con que los vampiros son sexys y eternamente jóvenes, pero la verdad es que no tengo idea de por qué la gente responde a estas historias de la manera que lo hace. Sé que no es el primer «momento vampiro» en la industria del entretenimiento.Hace no mucho estuvo el período de fanatismo con las novelas de Anne Rice y antes fue Drácula , por supuesto. Me parece que para mucha gente es un metáfora muy fuerte. Podés fantasear con una aventura con un vampiro porque sabés que no pasará. Resulta más seguro que imaginar algo así con tu vecino", dice Ball que para incentivar el costado fantasioso de los espectadores contrató a los actores y actrices más seductores que pudo encontrar. Aunque, aclara, la belleza física no es el primer requisito para formar parte de su elenco.
"Suelo interesarme por actores con estudios, con formación técnica. A pesar de que no busqué a los actores por sus atributos físicos, es obvio que no podía contratar a un actor de sesenta años con sobrepeso para interpretar a Eric (el príncipe vikingo devenido vampiro que interpreta el sueco Alexander Skarsgård) porque no tiene nada que ver con la descripción del personaje. Aunque son todos muy atractivos tienen que poder actuar si no, no me sirven. Este no es un show de caras bonitas. Sus papeles requieren mucho trabajo duro. No sólo tienen que actuar sino que deben hacer las escenas de sexo, de lucha y mantener la emoción de sus personajes mientras los tiran de un lado al otro de la habitación", explica el guionista.
Qué bien se TV
Muchos hablan de la era dorada de la TV ficcional sobre todo comparándola con la deficiente producción de su hermano mayor, el cine industrial de Hollywood. Ball es una de las pocas voces autorizadas para hablar del tema, habiendo trabajado, con gran éxito, en ambos medios.
"Me parece que el estado actual de la TV y el cine tiene que ver con la economía. Las películas son carísimas de hacer y eso espanta a la mayoría porque si te animás a algo nuevo y no sale bien o nadie va a verlo, se perderá mucho dinero y mucha gente terminará desempleada. Toda una temporada de True Blood cuesta mucho menos dinero de hacer que un tanque de Hollywood. Además, en un canal premium como HBO, hay un modelo distinto de trabajo. No tenés que romper el rating en tus primeros episodios como sucede en la TV abierta porque allí a las empresas que ponen avisos les prometen una cantidad de espectadores y si no llegan a esa marca les tienen que dar espacio de publicidad gratis", detalla el guionista.
Y porque el tema lo apasiona y lo afecta de manera directa, se entusiasma y continúa: "La gente que mira TV premium tienden a ser adultos, a diferencia del grupo demográfico principal que va al cine que son varones de 15 años. Ahora todo el mundo hace películas para ellos. Alcanza con ver cuantos cómics están siendo adaptados al cine. Todo lo que no sea ese tipo de film difícilmente consiga el dinero para producirse. Tengo un guión, con un gran papel para un actriz, y ya teníamos varias intérpretes de primer nivel comprometidas y no conseguimos la financiación. Aun con True Blood y Belleza americana los productores no se arriesgan. Y la verdad es que no es un guión tan raro pero ciertamente no está dirigido a chicos quinceañeros".
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