“Cuando el vampiro entró en el bar, yo llevaba años esperándolo”. Así comienza Muerto hasta el anochecer, el primero de los libros de la saga de Sookie Stakhouse de la escritora Charlaine Harris que son la base de la serie de la HBO True Blood (True Blood. Sangre fresca en España). La autora ha escrito, a día de hoy, doce libros narrando las peripecias de Sookie y todo sus misterios de vampiros sureños.
Harris, que cuenta con más de dos décadas de carrera literaria y que tiene en su haber unas veinte novelas influenciadas, claramente, por el modo de vida sureño de su tierra natal (ella nació en Tunica, Mississippi, en 1951), posee un estilo claro y ameno, capaz de llegar a un amplio espectro de lectores. Sus novelas son románticas, sí, pero también encierran mitología, sangre, erotismo, ciertas dosis de terror, de acción y muertes, muchas muertes (y muertos). En boca de Sookie, una atractiva camarera con un especial poder de leer la mente, escribe afilados diálogos, repletos de romanticismo, erotismo, dobles sentidos y humor mordaz.
En el universo de True Blood hay vampiros. Chupasangres mucho más románticos que Lestat o Edward, muchos más sensuales y, por descontado, muchísimo más sangrientos. Aunque no están solos. Una vez descubiertos al mundo, a los humanos, otros muchos otros seres que se creían de fantasía siguen su estela y también desvelan su condición. Hombres lobo, hombres y mujeres pantera, trasgos, hadas, brujas, metamorfos… todos se cruzarán con Sookie y los suyos, “buenos” hombres y mujeres sureños, originarios de Bon Temps. Los libros de Charlaine Harris están repletos de criaturas fantásticas y de mitología. A su vez, cada temporada, basada en cada uno de ellos, también.
Ya lo decía Tolkien en su ensayo titulado Sobre los cuentos de hadas: “Ancho, alto y profundo es el reino de los cuentos de hadas, y lleno todo él de cosas diversas: hay allí toda suerte de bestias y pájaros; mares sin riberas e incontables estrellas; belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegría, lo mismo que la tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras está en él le resulta peligroso hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y desaparezcan las llaves”.
Alan Ball, creador de series como A dos metros bajo tierra y ganador de un Óscar al mejor guión por American Beauty, se enamoró del personaje de la camarera que podía escuchar lo que los demás pensaban, de los libros, de esas historias de vampiros sureños… y apostó porque se transformarían en una buenísima serie de televisión, que también ha dado el salto, después, a las viñetas.
El propio Ball participa, junto a David Tischman (guionista que trabajó para DC y la línea Vertigo) y Mariah Huehner (que fue editora de Vertigo antes de pasarse a IDW), en la creación de la trama de este primer cómic, publicado en España por Panini y por IDW en su versión original, Secretos Inconfesables, basado en el universo de los vampiros sureños que han empezado a “salir del ataúd” debido a que se ha inventado un sustitutivo sintético de la sangre humana. En la elaboración del argumento también ha colaborado, trabajando codo con codo con Alan Ball, Kate Barnow y Elisabeth Finch.
Su olfato no le falló. Una vez encargado el episodio piloto, en 2007, se anunciaron los protagonistas: Anna Paquin, como Sookie; Stephen Moyer, como el vampiro Bill; Sam Trammel, como Sam Merlotte, y Alexander Skarsgård, como el vampiro Eric Northman, entre otros. Un atractivo reparto para una serie en la que el erotismo y el sexo son tan relevantes como la propia sangre. Y ya se sabe que la sangre es vida.
En septiembre de 2008 se estrenó la primera temporada en la que se presentaba Bon Temps, el pequeño pueblecito de Lousiana donde se desarrolla la acción, y a los personajes principales. En 2009 se estrenó la segunda temporada, donde se conocieron detalles sobre Eric y su pasado y se centra una parte de la trama en Dallas. En esta temporada también aparece la secta paramilitar humana de la Comunidad del Sol. Mientras tanto, en Bon Temps una ménade está haciendo de las suyas, transformando el pueblo en una bacanal constante. La tercera temporada se emitió en el 2010. Basada ligeramente en el tercer libro, “El Club de los Muertos”, introduce a los licántropos y a un personaje que se transformaría por méritos propios en el mejor villano hasta el momento: el rey vampiro de Misisipi Russell Edgington, dejando en las retinas de los telespectadores momentos memorables. La cuarta temporada, en la que las brujas (wiccanas), las hadas y las panteras son protagonistas, acaba de terminar en Estados Unidos con opiniones enfrentadas entre los que ya la han visto.
Diego Sánchez, responsable del blog sobre Terror
Planta 13, por ejemplo, escribía el pasado fin de semana: “Analizar una serie como True Blood parece más sencillo de lo que realmente es. No es una serie “seria” como Juego de Tronos o Los Soprano. No es una serie tan juvenil como The vampire diaries. True Blood es una mezcla de comedia y drama que es consciente de lo esperpéntico de su propuesta y que por tanto pide al espectador que se deje llevar a través de un universo poblado de seres mitológicos y criaturas fantásticas que nunca terminan de tomarse en serio. […] La temporada empezaba prometiendo hadas y mujeres pantera, pero ha terminado con muchas irregularidades argumentales que han supuesto un bajón considerable respecto a la temporada anterior pero que nos deja igualmente con la evolución interesante de varios personajes”.
En unos de los eslóganes que preparó HBO para la nueva temporada se podía leer “Brujas contra vampiros”. Alan Ball había comentado que las hechiceras no serían enviadas del mal, aunque sus ganas de vengarse de los no muertos eran enormes. Además, una entidad milenaria se meterá en medio y los acontecimientos podrían desencadenar una guerra entre vampiros, hombres lobo y criaturas mágicas.
Al igual que en el libro correspondiente, Eric Northman, el sheriff de los vampiros de la zona, perderá la memoria. El origen de su amnesia será una de las claves de la temporada y sólo la ayuda de los habituales del Merlotte´s le servirá para recuperarla. Ver a Eric vulnerable y más cercano a Sookie es lo que muchos aficionados esperan.
Los seis números que conforman True Blood. Secretos Inconfesables y que fueron publicados en Estados Unidos en forma de miniserie de junio a diciembre del año pasado, también acercan a Eric y a Sookie. Bueno, en realidad, acerca a todos los personajes principales que se verán encerrados juntos en el bar de Sam Merlotte.
Esta historieta, que se enmarca entre la segunda y la tercera temporada de la serie, completa, en las historias individuales de cada personaje (narradas en forma de flashbacks y dibujadas por otros artistas: Elena Casagrande, Serena Ficca, Vanessa Gardinalli, Federica Manfredi, Elena Olimieri y Tina Valentino), los detalles que se conocen sobre ellos en la pequeña pantalla. Además, las versiones de los protagonistas dibujadas por David Messina (que ha trabajado para varias editoriales, tanto en Europa como en Estados Unidos, como en miniseries de Star Trek y Angel, para IDW), con ayuda de Claudia Balboni, se parecen mucho a los actores que los interpretan en la pequeña pantalla.
“Aunque soy nuevo en el mundo de los cómics, estoy aprendiendo rápidamente y me gusta lo que veo. La novela gráfica que hemos creado es muy divertida y tiene como protagonistas a todos los personajes principales de la serie de televisión, de cuya historia personal se revelan aspectos inéditos”, explica el creador en la introducción del volumen. Y es que estas páginas están todos: Sookie, Sam, Tara, Lafayette, Eric, Bill, incluso, Jason. Todos deben enfrentarse a un ser, un Imp Shalup, que se alimenta de los secretos más oscuros y de las sensaciones que los acompañan, mientras se encuentran encerrados en el Merlotte’s.
“Como suele suceder en las series de televisión, el Merlotte’s acaba siendo el catalizador de las vivencias de todos”, apunta Marco Ricompensa en el texto introductorio que acompaña el volumen; que se completa con una serie de portadas obra de J. Scott Campbell, David Messina y Joe Corroney.
Cada número se centra en una historia pasada de uno de ellos, en esos “secretos inconfesables” que les avergüenzan y que atesoran en sus respectivos interiores, con la esperanza de no tener que contárselos a nadie… pero ahora tienen que compartirlos con los demás si desean salir ilesos de la situación en la que se encuentran. Sus personalidades base, definidas a la perfección durante los capítulos de las cuatro temporadas de las que consta la serie, hasta el momento, se mantiene en las viñetas y todos ellos resultan plenamente reconocibles. Este producto, que podría enmarcarse dentro de las llamadas adaptaciones inversas, de la televisión al cómic, en este caso, resulta un digno añadido a la mitología de la serie y un entretenimiento que hará las delicias, sobre todo, de los fans de la producción de la HBO.
“Estoy muy satisfecho de la experiencia y del resultado final de este proyecto”. A Alan Ball le ha encantado acercarse al mundo del cómic. “Si los guionistas de cómic están condicionados sólo por los límites de su imaginación, los guionistas de cine y televisión están limitados por la producción. La logística, el presupuesto, el tiempo para realizar la escena y la tecnología son factores que deben tenerse en cuenta cuando se inventa una historia. Pero en el mundo de True Blood, y me alegro de decirlo, tenemos un nuevo medio al que enfrentarnos. Emocionante y liberador al mismo tiempo. Es un camino que lleva a posibilidades desconocidas y que tiene un potencial infinito. Estoy impaciente de saber a dónde nos conducirá”. Y nosotros también… pero de sus palabras se desprende la sensación de que está no será la última vez que disfrutemos con Sookie, Bill, Eric, Sam, Jason y compañía en las páginas de un cómic, entre viñetas. Por fortuna. Bienvenidos al Merlotte’s. Bienvenidos al Fangtasía. Bienvenidos a Bon Temps.
Fuente